De todos los meses del año, agosto puede ser, sin ningún tipo de duda, el mes más curioso de los que componen nuestro calendario patrio. Con prácticamente toda España derretida por el calor, la imagen de ciudades despobladas y aspecto fantasmagórico empieza ya a ser un clásico en las portadas de periódicos y televisiones.
Es, curiosamente, un mes en el que se suelen publicar numerosos análisis y estudios de diferente calado con el objetivo de atraer la atención de muchos lectores de sombrilla y hamaca a los que se les intenta ofrecer un contenido con algo más de atractivo antes de llegar al tradicional “cotilleo” sobre los millonarios fichajes futbolísticos.
Dado que nuestro blog busca precisamente aportar ese valor añadido entre las preferencias lectoras de nuestros fieles seguidores, hemos querido profundizar en la publicación de uno de estos análisis que, a nuestro entender, requiere más importancia que cualquier fichaje de última hora.
En concreto nos referimos al que recientemente ha publicado la oficina europea de estadística (Eurostat) sobre la evolución de los precios de la vivienda en Europa en 2020 al que, además, ha acompañado con la correspondiente “tabla de riesgo”, esa que advierte sobre qué países están ya inmersos o en riesgo de entrar en la temida “burbuja inmobiliaria”.
Se esperaba con expectación dicha clasificación ya que el zarpazo de la pandemia sigue arrojando conclusiones preocupantes para la mayoría de los sectores económicos. En lo que respecta al inmobiliario, el 2020 arroja un hecho que hasta la fecha no se había producido y es que, si bien las operaciones de compraventa cayeron a mínimos históricos, los precios aumentaron más que la inflación en todos los países de la Unión Europea.
¿Existe riesgo de burbuja inmobiliaria en España?
A pesar de haber pasado ya más de una década de la anterior crisis inmobiliaria, aún resuena en el sector el amargo eco de su onda expansiva. Aquel fue un proceso largo y doloroso que, no sólo tardó muchos años en absorberse, sino que además trajo una profunda y radical transformación en el sector. Por eso, para muchos supervivientes de aquella época la lectura de este tipo de informes sigue siendo un serio ejercicio de templanza, ya que cualquier referencia a “burbuja inmobiliaria” sigue produciendo, cuanto menos, una extraña y perenne sensación de escalofrío.
Pero, volvamos al tema que nos ocupa. A principios del 2001 y con el objetivo de crear un criterio unificado, la Eurostat creó el Índice de Precios de la Vivienda, más conocido como IHP por sus siglas en inglés, en el que recopila el listado al completo de precios de la vivienda de todos los estados miembros a los que se les despoja del componente inflacionista con el objetivo de hacerlo más ajustado a la realidad de cada país. Este índice es utilizado, junto a otras estadísticas de seguimiento, por la Comisión Europea para tener un control más preciso y directo ante cualquier desequilibrio macroeconómico de cualquiera de los 27 países miembro.
La principal línea roja de este índice establece que cualquier incremento anual de precios de la vivienda por encima del 6% es considerado una primera señal de tensiones en el mercado inmobiliario y la antesala a una más que probable formación de una nueva burbuja.
Respiremos tranquilos. Los últimos datos confirman que España se encuentra en la parte baja de esta peligrosa clasificación con aumentos del 2,1%, sólo por encima de Hungría (1,6%), Finlandia (1,4%), Chipre (0,7%) o Irlanda (0,1%). Es más, en los últimos 10 años, España nunca ha estado por encima de dicha barrera del 6%, si bien estuvo cerca de tocarlo en 2018 con alzas del 5,2%, cifras que dejaban muy atrás los cuatro años de bajadas consecutivas producidas tras el zarpazo de la crisis (2010 (-3,7%), 2011 (-9,8%), 2012 (-16,5%), 2013 (-10%)).
¿Quiénes lideran la clasificación?
De los 27 países, llama la atención el variopinto listado de aquellos que han pasado esta fatídica línea roja. En solitario aparece “escapado” Luxemburgo con alzas del 13,3%, seguido a distancia de Croacia y Portugal (que ya encadena cinco años consecutivos por encima del umbral de riesgo) con un 7,4% respectivamente. Eslovaquia les sigue de cerca con un 7% mientras que, ojo al dato, cierra el quinteto Alemania con un peligroso y preocupante incremento del 7%, algo que no se veía desde 2016 cuando tocó el 6,7%.
Del resto de potencias destaca, por un lado, Francia con un aumento del 4,4%, lo que le convierte en su dato más alto de la última década y que, al igual que España, también ha conseguido mantener bajo control sus precios al no sobrepasar ningún año el techo del 6%, y, por otro, Italia que, con un 2,2%, también obtiene su dato mayor dato de los últimos 10 años con la diferencia que, en su caso, todos los años registró tasas negativas excepto en 2016 que lo cerró con un ligero avance del 0,2%.
¿Qué perspectivas económicas hay para España?
Los indicadores económicos empiezan a emitir, por fin, ciertas señales de optimismo. El último en hacerlo ha sido BBVA Research donde en su último informe ha elevado la previsión de crecimiento de todas las Comunidades Autónomas para 2021 gracias a la recuperación del gasto privado y el turismo nacional.
No solo eso. De cara a 2022 el departamento de análisis de la entidad financiera también prevé una mejora tanto para España (en torno al 7%) como para el conjunto de Comunidades Autónomas.
En concreto, estima que las tasas de crecimiento se sitúen en niveles prepandemia gracias, principalmente, a una serie de factores que, si nada se tuerce, deberían ser los pilares sobre los que sustentar la recuperación, tales como: 1) una mejora significativa de la situación sanitaria, con unos elevados niveles de población vacunada; 2) una mayor utilización del ahorro acumulado durante este último año y medio; 3) la aprobación de nuevos planes de recuperación económica tanto a nivel estatal como autonómico; 4) la llegada progresiva de los fondos europeos; 5) la extensión de las políticas expansivas por parte del BCE y, por último, 6) un mayor dinamismo de la inversión.
Como ya hemos comentado alguna vez en este blog, la situación actual vuelve a colocar al sector inmobiliario en una posición clave a la hora de afrontar la ansiada recuperación económica. Y, como tantas veces en el pasado, la pelota vuelve a estar en el tejado de la clase política que tiene en su mano una nueva oportunidad para tomar las decisiones correctas mirando al medio y largo plazo sin caer en la cortedad de miras y, digamos, “mala praxis” llevadas a cabo por muchos personajes de dudosa moralidad que tantas portadas han acaparado en el pasado.
¿Es o no esto más interesante que si este jugador o aquel se van a París o vienen a Madrid?